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La paridad monetaria en la frontera favorece a los ciudadanos bolivianos

La paridad monetaria argentina y boliviana, por lo menos en la frontera, ha provocado que la ciudad de Villazón (Bolivia) ya no sea el centro de compra para miles de jujeños que llegaban a adquirir distintas mercaderías para comercializarlas en todo el territorio de la provincia e inclusive en otros puntos del país. Ahora los pobladores de Villazón venden menos por lo que se dedican al traspaso de mercaderías desde la ciudad de La Quiaca hacia el vecino país.

Todos los días los pobladores que se encuentran aglutinados en una asociación de pasadores denominada “Coronel Arraya”, compuesta por cerca de 500 personas desde los quince a los sesenta y ocho años de edad, desde las nueve y media hasta las doce del mediodía (hora boliviana) se dedican a cruzar la frontera la mercadería que llega a La Quiaca en distintos camiones desde el interior de nuestro país.

Comercio en Villazón

En carros de mano o a la espalda llevan aceite, salchichas, harina, cerveza malta, cerveza en latas, energizantes, manzana, picadillo, huevos, fiambres (mortadela, salame, quesos, etc.), tres plumas, entre otros tantos productos de consumo humano.

En los últimos tiempos los productos que se comercializan hacia el vecino país han aumentado en cantidad y variedad, y las razones es el valor porque tiene el mismo costo tanto para argentinos como bolivianos a raíz de la paridad monetaria que existe en la actualidad en la frontera. Las mercaderías que son pasadas por el puente internacional o por el río son colocadas en depósitos, desde donde son transportados en pequeños camiones hacia pueblos pequeños que se encuentran kilómetros al norte de Villazón y son distribuidos en los locales comerciales de la ciudad fronteriza, por lo que en cualquier comercio puede encontrarse productos de industria argentina al mismo precio que en nuestro país.

Toda la mercadería que es pasada por los vecinos de Villazón es para el consumo en la región, mientras que los productos exportados en camiones son trasladados directamente a las grandes ciudades de Bolivia como Oruro, Potosí y La Paz. Los pasadores trabajan en la mañana, mientras que los camiones cruzan la frontera en horas de la tarde.

Según fuentes extraoficiales, la “Asociación Coronel Arraya” cobra ocho pesos bolivianos por quintal (50 kilos) y a los pasadores les pagan cuatro pesos bolivianos por esa cantidad, es decir que el organismo que los aglutina se queda con el cincuenta por ciento. Cada pasador cruza la frontera entre 20 y 50 veces por día, dependiendo de la cantidad de la carga. Algunos, la mayoría transporta la mercadería en carros de mano, los que deben comprar para realizar ese trabajo, mientras que los que no alcanzaron esa posibilidad continúan haciéndolo en las espaldas.

Los pasadores ganan más con las bolsas de cincuenta kilos porque cobran cuatro bolivianos por cada una de ellas, mientras que les pagan un peso boliviano por cada caja grande de aceite, si es pequeña les pagan setenta centavos, en tanto que por cada cajón de manzana el cobro es de dos pesos.

La diferencia de precios en cuanto a comida está muy marcada; por ejemplo en la  calle puede encontrarse un plato de arroz con pollo a cinco pesos bolivianos, el jugo de pelón o linaza es de un peso boliviano, y en los locales un plato de arroz con pollo y papas fritas cuesta quince pesos, un lomo con arroz y ensalada tiene el mismo costo.

Por otra parte los ciudadanos bolivianos no pueden comprar en Argentina algunos productos como verduras por menor cantidad porque en nuestro país los minoristas no reciben la moneda boliviana.

Vía: Periódico Lea

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